Unidad de las Provincias



Quizá nunca debería haber abierto este tema en esta ventana. Es posible que no afecte tanto como estoy pensando a las personas que tengo alrededor, pero no puedo resistirlo más. Debo comentar el tema que se va a poner de moda dentro de unos días entre mis hermanos. Es sobre la unidad de las Provincias religiosas.
¿Por qué lo escribo aquí y no en los lugares donde muchos más implicados lo leerían? Muy sencillo. Creo que es un tema que interesa a muchos (eso creo yo) de los que leen este humilde rincón de vueltas y vueltas. Porque os tengo que decir que este si que es un tema de rueda y rueda. La harina no es de ayer, es mucho tiempo atrás, está muy refinada.
En primer lugar tengo que decir que soy partidario de la unidad de las provincias carmelitas de la Región Ibérica (creo que sin nombrar a España es más fácil conseguirlo). Todos formando una unidad de presencia, de trabajo, de comunicación, de disponibilidad, de proyecto y de propuesta de vida y seguimiento de Jesucristo (¿Será esto lo que tenemos que hacer ahora también? ¿Unidad? ¿Seguimiento de Jesucristo?). Creo que más del 20% de las cosas ya las estamos haciendo juntos. Creo que es la cosa más fácil de hacer del mundo. Tengo un método infalible, en serio. Es este: se pone todo el dinero en común, se abre una nueva cuenta corriente con el nombre de Carmelo Ibérico y conseguido. ¿Difícil?¿Si?¿Por qué? Yo creo que no es complicado. Es muy sencillo, en nuestra vida: no debemos tener nada propio, ni la silla a la que nos hemos pegado. Mucho menos lo material, el objeto de culto del otro dios que por desgracia debemos tener, cuidar y utilizar para vivir en esta economía de mercado que nos ahoga (a unos más que a otros), es un decir.
Mi humilde opinión es que toda la Región formemos una sola provincia. También Portugal, Catalunya y Valencia, aunque tengan una lengua propia. El argumento de la lengua se desmonta cuando no lo utilizamos para los valencianos. ¿A caso los que han nacido en la comunidad valenciana no tienen una lengua materna rica y diferente a la castellana? No hay problema en trabajar en una parroquia en Lisboa, a los tres meses se sabe perfectamente el portugués. No creo en la dificultad de comer pan con tomate en Valladolid, hay buen pan, y tomates hay en todos sitios.
En segundo lugar se ganaría en calidad de vida religiosa. ¿Por qué? Muy sencillo: dejaríamos de ser los mismos de siempre, en los mismos sitios, con las mismas ideas (algunos las llaman manías) ya conocidas. Las comunidades podrían ser más ricas en número de frailes, con mentalidades y opiniones diferentes. Los números salen si se hace una reestructuración de las presencias. ¿Dónde queremos estar presentes cómo carmelitas y por qué? Ese donde no se refiere a mi proximidad o cercanía espacial. Ese donde es de amplitud, de significado, de pasado y también de futuro. De mantener y continuar una tradición y de necesidad del mundo y de la Iglesia. La calidad también la da el obligatorio desprendimiento de apegos temporales que esto supondría: ir, acoger, aprender, identificarse… de otras culturas, de otras gentes. La apertura de espacio, la posibilidad real de desplazarse lejos haría que el ‘optite’ que nos tiene pegados a sillones, muchos de ellos carcomidos, fuera menos importante y determinante en el proyecto de vida personal (¿hasta dónde debe llegar este proyecto personal de vida? ¿también debemos incluir en él el lugar de vivir?).
En tercer lugar, y último en esta primera entrega, la posibilidad de hacer nuevos proyectos. Proyectos de aquí y ahora. Muchas de nuestras presencias, todas las formas de vida (compromisos, tareas, misión, actividad económica…) y estar en esas presencias es de los años sesenta y más allá. ¿Cuánto ha cambiado nuestro mundo desde entonces? Mucho, ‘no lo conocería ni la madre que lo parió’. Las necesidades de los jóvenes, la familia, la actividad económica, los pobres, la ‘cristiandad’, la necesidad de evangelizar y a quién… todo es muy diferente. La unidad daría la posibilidad de generar en alguna de las presencias, o en una nueva, maneras actuales de vida: compromiso social, comunidades abiertas, misión compartida, comunidades mixtas (laicos/as, religiosos/as, familias, compromisos temporales de vida, …), compromisos de sencillez y austeridad de vida cercano a los sencillos y austeros (obligados muchos de ellos) de nuestro mundo… ¿No os parece que es suficiente razón para arriesgar?
(Continuará)

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